sábado, 8 de diciembre de 2007
domingo, 2 de diciembre de 2007
Cholo en San Nicolás, diciembre de 2007
miércoles, 8 de agosto de 2007
Benigno Lorenzo
Hermanos Lorenzo Otero
sábado, 21 de julio de 2007
miércoles, 11 de julio de 2007
Alicia Directora
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Bravo por Alicia.
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Es muy simpática y voluntariosa, y como además reemplaza a una vieja bruja, ha sido recibida con más vivas que las que se le dispensaron a los jugadores de Boca cuando volvieron de Brasil abrazados a la Copa Libertadores.
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Su papá Horacio no cabe en sí de orgullo y ella está contentísima, aunque se ha quedado un poco triste por tener que dejar a sus queridos presos, a quienes los últimos años venía enseñando a escribir sus nombres, “Ema amasa la masa” y otras cosas de primer grado. No contradijo a su padre cuando éste afirmó que dar clases en la cárcel era buscar problemas, porque los malandrines algún día, ya en libertad, la buscarían, pero sostuvo con firmeza su decisión: “me tratan con un respeto religioso. Cuando hubo un motín, yo pensé ‘¡zás! ahora estoy perdida’, pero en cambio venían a cada rato a preguntarme si necesitaba algo. A ellos los maltratan de una manera tremenda, pero yo veo cómo llegaron ahí. Vos no te imaginás cuánto agradecen que uno les diga su nombre. Lo poco que yo pueda hacer para hacerles un poquito la vida mejor, no sabés lo realizada que me siento”. Pocas veces sentí yo una vocación docente tan rotunda.
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Sobre la escuela que dirige, contó que tiene 500 alumnos, muchos muy pobres, y que va un perro. Los chicos adoran al perro. “Aparece en el recreo y todos lo rodean y le dan masitas, como si nunca hubieran visto un perro. Va con su dueño, pero a veces el chico falta y el perro va lo mismo. Y escuchá esto: cuando se canta el himno, ¡el perro se sienta firme y mira la bandera! Y al final del himno los chicos van y le dan la mano, y el perro levanta la manito. Me llamaron a mí para que lo viera, ¡a mí, que les prohibí que entraran los perros! A este también lo hago sacar, pero hay un agujero en el tejido y el perro da la vuelta y se vuelve a meter por ahí”.
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También contó Alicia que a la escuela van mucho de los hijos de los presos a quienes daba clases.
jueves, 14 de junio de 2007
Primas
martes, 12 de junio de 2007
primada

En esta fila de niños y niñas hermosisimos-as encontramos a toda la primada.
Quienes faltan?
SOMOS: De izquierda a derecha: Carmencita Lorenzo, Héctor Lorenzo, Marisa Almada, Patricia Carrere, Susana Lorenzo, Anita Ng, Alicia Lorenzo, Gustavo Ng, Isabel Lorenzo, Chiquita Lorenzo.
Detrás de la foto está esta leyenda...
La foto fue tomada en la casa de calle Alem en 1967, donde vivimos primero los Ng Lorenzo con los Carrere Lorenzo (allí nació Marcela) y luego llegaron los Lorenzo Coraletta (no recuerdo si Gaby nació allí).
Si me pongo a escribir sobre esa casa no la termino...
La sacó Edgardo y la dedicó: " Dedico este recuerdo a Doña Luisa de todos mis conejitos y gatito
Edgardo 12-IV-67 P. Rico "
Disculpen, no puedo detener los recuerdos:
Esta foto está datada en abril de 1967. De izquierda a derecha, Carmencita debía tener 13 años, Héctor 6, Marisa 3, Patricia 2, igual que Susana, Anita y Alicia; Gustavo 4, Isabel 7 y Chiquita 11.
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Fue tomada por Edgardo. Tenía cámara de foto. Posiblemente estuviera de regreso de su primera incursión a los Estados Unidos, para llevar a su mujer e hijas. Creo recordar que Rosita y las nenas pasaron unos días en esta casa.
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Sí recuerdo claramente que éramos felices.
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Sin embargo, abril del 67 era un momento trágico. Marcela no está en la foto. Tenía ocho meses. Tal vez la tenia en brazos Chela, que tal vez estaba detrás de Edgardo fotógrafo. Las fotos eran un acontecimiento, como lo debía ser la reunión de hermanos en esa casa; debían estar las familias de Horacio, Tito y Betty, además de las que habitábamos la casa, las de Chela y Celia, más la de Edgardo. Ricardo era un chico de 24 años y Luisito, de 22. Es posible que Milo estuviera viviendo en Tacañita, Santiago del Estero, con Rina de 5, Cachito de 3, y Beba embarazada de 7 meses: en junio nacería Stella Maris. Albertito tenía aquí -5 años. En ocho meses Beba de Ricardo quedaría embarazada de Gaby. Creo que Gaby habría de nacer mientras vivíamos en esta casa. Pero ya no viviríamos aquí cuando naciera Fernando, que para esta foto tenía -3; Lore tenía -7 y me pierdo con la edad de los demás, Haydée y Nuri, que estaban en San Juan, y Andrea y María Eugenia, que estaban recién entrando en los planes de Dios.
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Decía que la foto fue tomada en un momento trágico. Que Marcela tal vez estaba en brazos de Chela o tomando la teta o durmiendo adentro. Seis meses antes se había ahogado Carlos Carrere, su papá.
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Chela me dijo que fue en esta casa donde yo le puse Marcela a Marcela. Pregunté por su panza, me explicaron que tenía un bebé y les dije cómo se llamaba. Yo debía ser un pendejo desagradablemente consentido; recuerdo que en otra ocasión (tal vez fuera el día de la foto), me peleé con Héctor y le dije “vos no sos más mi primo”. Él se rió y yo tuve que ser bastante mayor de lo que era Héctor en ese momento para comprender que se reía de lo absurdo de mi tiranía: no se puede ordenar al sol salir, no se puede dejar de ser primo.
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Recuerdo que yo jugaba con Marcela en el piso del patio de la foto, cuando ella era un bebé que se movía sobre un acolchonadito recubierto de plástico blanco y verde agua.
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A un metro y medio a la izquierda de la Chiquita de la foto había una puerta en una pared perpendicular a la puerta que tiene detrás. Por esa puerta perpendicular rebalsaba la pieza de gente vestida de negro cuando velaron en aquella habitación a Carlos. Estaba por terminar el velorio. Me acerqué porque me impresionó que todos recitaran algo al unísono (santamaría-madredediós…). Me acerqué y algunas mujeres empezaron a gritar allí dentro.
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Junto a esa pieza, alejándose de los primitos, estaba el dormitorio de Chela y Carlos. Y luego el gran comedor. Ya publicaré una foto de la gran familia en ese comedor. Muchas reuniones se hicieron allí porque cabíamos todos.
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En el comedor estaba el televisor. Una vez llegó el abuelo Emilio con una tortuga que había pescado en el río. Para mí no podía suceder algo que me alegrara más. El abuelo la puso sobre una mesa, creo que estaba recubierta de una laca rosa con rayitas de colores, en dirección al televisor, y nos dijo “miren cómo mira televisión”. Yo no podía entender cómo la tortuga era tan inteligente. Le pregunté y me dijo que era muy inteligente porque la había traído él.
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Más adelante veríamos en ese televisor Tarzán. Se prendía fuego una aldea de chozas de paja y la gente sufría y daba alaridos con las caras desesperadas, por lo que corrí a esconderme para no ver. Beba se reía y mi mamá intentó sin éxito convencerme de que era mentira.
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En el comedor estaba la heladera. En la parte de abajo —nunca fui muy alto: no recuerdo la parte de arriba— poníamos unos coquitos anaranjados que caían de la palmera de aquel patio. Para mí era un árbol gigantesco, y posiblemente lo era. También había un aljibe, unos malvones y madreselvas.
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Estamos yendo desde la calle hacia el interior de la manzana: el patio estaba conectado a otro patio, mucho más grande, al que daba la cocina que seguía al comedor.
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Recuerdo un otoño en que hacía un frío tremendo —quizás el otoño anterior a la foto. Estábamos en la cocina mis viejos, Chela y Carlos, con las hornallas de la cocina todas encendidas. Chela cebaba mate. Yo observaba cómo el viento hacía girar en remolino las hojas, como si fueran un ballet. ¡Todo en el mundo era tan nuevo! Podía quedarme horas mirando las horas. Me sacaron del letargo para decirme “mirá el conejito”. Me sobresalté mucho, ¡un conejito en aquel patio! Había estado mirando tanto tiempo y no lo había descubierto. “Ahí, boludo”, me dice Carlos, y yo busco con más intensidad en el patio. “¡Acá, te digo, boludo!” Me estaba mostrando una sombra chinesca que uno de ellos estaba haciendo sobre la pared.
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Para mí eran, naturalmente, gente grande. Siempre habrían de ser gente grande. Sólo cerca de mis cuarenta caí en la cuenta de que aquel hombre grande que era Carlos, no tenía más de 28 años cuando murió. No puede ser, me dije, era un pendejo.
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Mientras vivíamos en aquella casa hubo una inundación legendaria en San Nicolás, que afectó apocalípticamente la casa de Arroyo del Medio. Pero no recuerdo nada de eso, sólo lo que me contó con el tiempo mi mamá. Carlos metió una chancha y su cría en una heladera para salvarlos. Casi todo se perdió. Quedó el abuelo Emilio para cuidar las pocas cosas que quedaban. Luego Prefectura se lo llevó, medio a la fuerza. El mayor dolor de mi mamá era haber perdido sus libros.
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En los fondos del patio trasero había un árbol de granadas. Alguien me enseñó a comer esas frutas y a mí me encantó. Una tarde vi una mesa debajo del árbol. Subí una silla, y arriba de la silla puse un cajoncito, de modo de poder llegar a agarrar una granada. Todo salía a la perfección, pude subir la silla, la silla no se cayó, me pude subir, nadie me veía para retarme… ya tocaba la granada… Todo salía perfecto y entonces, cuando ya tironeaba de la fruta, algo terrible me pasó en el ojo, algo se me vino a clavar. Ya me había despatarrado en el piso, con el cajoncito por un lado, la silla por otro y un dolor increíble en el ojo. Quien me atendió me dijo que había sido una abeja.
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En esos fondos Carlos criaba gallos de riña. Los recuerdo, tan bravos y tan hermosos. Me contaron que pusieron a dos, cada uno en su jaula, pero las jaulas cerca, y entonces se habían peleado hasta que al otro día los encontraron muertos.
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Un día Carlos llegó con una cantidad de liebres. Las cuereó allí y las dejó al sereno para hacer escabeche.
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Aunque sé que es gran criador de chiquitos, no recuerdo casi nada de mi padre, salvo una tarde en que me sacaba los mocos. Me iba sacando los mocos duros con un dedo, igual que se los saca a sí mismo un chico. Me decía “¡esta es una vaca!.. ¡este es un pescado!” No recuerdo casi nada más de mi papá, pero ese episodio de los mocos no debía ser aislado y es de una intimidad y un amor que aún hoy me asombran.
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Sí recuerdo conversar mucho con Ricardo, que era tan callado con los otros adultos. Una tarde me preguntaba si a mí me gustaban las rubias o las morochas. Fue el momento en que supe que a uno le pueden gustar las mujeres.
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Mientras vivimos en esa casa yo no era un chico que anduviera callejeando. Los hombres debían ser hombres de su casa, no debían tener amigos, ni andar por ahí, porque andar por ahí siempre era vaguear y hacer cosas contra la santidad de la familia. Y si quería más pruebas de lo malo que podía resultar tener una vida en el mundo, ahí estaba Carlos Carrere, que por irse a cazar, por andar en el río, por andar con una barra de amigotes, por beber, por ser temerario, audaz y vivir la vida intensamente, había terminado ahogado horrendamente.
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Pero Carlos ya me había mandado al armero de la esquina. Recuerdo que entré en el taller, minúsculo, oscuro, lleno de armas desarmadas y municiones, y le dije al tipo lo que quería Carlos: una caja de cartuchos calibre 20.
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Enfrente había unos chicos que vivían en una casa donde había un carro lechero con el que jugábamos y al lado estaba Timmy, tal vez mi primer amiguito. Era medio tilingo. Una vez lo mojamos con agua de la pelopincho en la que estábamos todos metidos cuando llegó y se fue llorando. ¡Es que estábamos tan contentos con la pileta! No creo que en el resto de mi vida yo haya disfrutado tanto una pileta como aquella, que además, trajeron los reyes.
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En la casa de al lado había unos hermanos un poco más grandes que yo, muy sabandijas. No nos juntábamos yendo por los frentes, como hacía con Timmy, que tenía una mamá muy primorosa, sino a través del tapial del fondo. Otro de los tapiales daba a una canchita de fútbol de cemento. Yo me metía ahí solo, y los invité a los sabandijas a ir, pero les daba miedo. En cambio, no les dio miedo ir a espiar a Ricardo y a Beba cuando se bañaban juntos. Los tres nos agolpábamos para poder ver algo por la puerta, pero no había ningún agujero, de modo que se nos ocurrió la genial idea de tirar la puerta abajo. Corrimos los tres y le dimos tremendo golpe a la puerta, que se abrió sin problemas y aterrizamos en mitad del baño. En un solo instante recuerdo un bramido descomunal de Ricardo que me llenó de terror, la risotada de Beba y nosotros saltando el tapial casi sin treparlo. Creo que nos quedamos escondidos todo el día.
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Con Beba yo jugaba mucho. Ella era tan alegre. Me enseñó a escribir. Una vez me corté un dedo y me dio un frasquito. Me dijo que pusiera la sangre adentro, luego me la tomaba y entonces me volvía la sangre al cuerpo.
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La pieza del velorio fue luego el dormitorio de mis viejos. Mi papá trabajaba de noche y mi hermana y yo dormíamos con mi vieja. Allí llorábamos cuando mi mamá debía ir a instrumentar una cirugía de urgencia.
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A mí me costaba dormirme y me entraba el miedo a la oscuridad. Mi mamá nos leía cuentos de un libro que en una página tenía los dibujos de un fantasma que se llevaba a un chico, no porque el chico se lo merecieran realmente, sino por algo tan injustificado como era que el chico no lograra dormirse. ¡Qué castigo! El argumento era brutal, pero más me aterrorizaba la cara del fantasma. Era verdaderamente maligno. Se hubiera llevado al chico por cualquier otro motivo. Cuando mi madre y mi hermana estaban dormidas, yo miraba con fijeza la puerta que daba a otra habitación y sabía que por allí entraría el fantasma asesino.
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Teníamos una cama con un respaldar de madera plano, con unas guardas hechas en una madera más clara Una noche que tenía fiebre, vi cómo esas guardas se transformaban en un circo, con elefantitos, ciclistas, malabaristas, acróbatas y otras figuras increíbles moviéndose sin parar.
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No sabía aún que la casa tenía dos pisos, y que otras familias vivían arriba.
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La casa era tan grande que después hicieron allí una escuela, el Colegio Integral, donde Anita concluyó la secundaria.
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Anita se desenvolvió muy bien en la sociedad; el resto rehuíamos la vida social, preferíamos la familia. Aquella casa que estaba en la calle Alem de San Nicolás, contenía toda la dicha que podían tener unas personas por vivir juntas. Era una casa encantada, por la que pasaron nacimientos y muertes, amor, alegría, otoños, reyes magos, tortuga, Tarzán. Aquella casa enorme, donde hacíamos las fiestas a la que venían todos, donde vivíamos dos, tres familias juntas, me dejó un sentido de comunidad que aún hoy se me hace la forma ideal de vida social humana, más que el pueblo, mucho más que la aglomeración alienante que es una ciudad y muchísimo más que la entelequia fascista que es un Estado Nación.
Gustavo
Piedra libre prima encontrada: Mariana Borelli

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Hello Mariana, I am Gustavo Ng Lorenzo. That's one of your father's last names, Lorenzo. His mother was Carmen Lorenzo. She had a brother, Emilio Lorenzo, who was my grandfather.
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So, your father was one of my mother's cousins.
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They were quite particular cousins, since they shared both last names, Borelli and Lorenzo. There were these brother Emilio Lorenzo and sister Carmen Lorenzo, who married these other sister Luisa Borelli and Antonio Borelli. The first marriage gave birth to 15 children. The second one, 4. Those 19 children were cousins though genetically brothers and sisters. And the 19 gave birth to some 36 children. Who happen to be cousins.
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Among those 36 there's you and I.
Respuesta de Mariana:
Hace 6 anos que mi hija Juliana (11) y yo vivimos aca.
Mis viejos hacen 6 anos que viven en Virginia
Mi hermana Gabriela, su marido Leo y 3 nenes Nicolas (13), Facundo (10) y Martin (5) tambien viven en VA - 3 anos.
Mi hermana Barbara, su marido Tony y 2 nenas Alejandra (14) y Liana (11) viven en Miami. 14 anos en US.
Trabajo en Discovery Channel como secretaria ejecutiva.
Esta es la primera ves que me caso. Aunque en realida me case en Noviembre por civil, ahora viene la cremonia. Mi marido se llama David y tiene 2 chicos Alyssa (14) y Aren (11).
Mi familia directa esta toda aca, asi que no volvi a Argentina desde que me fui en el 2001.
Nosotras vivimos en Bethesda, Maryland. (15 minutos the Washington D.C) pero es otro estado. Mis viejos viven en Stafford,VA a 1 hora de mi casa y mi hermana Gabriela vive a 20 minutos the mis padres.
Subo una foto que me acaba de mandar quién, sino Cholo. Mariana es la hermosa, el galán de corbata salmón es nuestro tío y el galán del fondo es el afortunado marido.
jueves, 7 de junio de 2007
Primas y primitas
voy a mandar algunas fotos para que queden en el blog, las fotos de mis chicos y ahijada.
Virgina la hija de PAtricia es también mi ahijada además de Irina y de otras nenas amiguitas pero de confirmación.
En un tiempo les mano más.
Un beso grande a todos.
Ana.
miércoles, 23 de mayo de 2007
martes, 22 de mayo de 2007
Recuerdo de Isabel
Isabel
domingo, 20 de mayo de 2007
Data del Cholo
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Hermanos de el: Rosa y Juan, ambos se quedaron en Italia, posiblemente Turín. No tengo ningún dato de los descendientes de ellos.
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Raimundo, casado con Ester Molinari. Vivió en Buenos Aires. No tengo ningún otro dato de ellos.
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Palmira, casada con Fausto Ponzano. Me entero ahora por el blog Lorenzo, que ellos tuvieron 2 hijos que viven en Rosario. Me gustaría saber algo más de ellos. Agradecería la dirección de correo electrónico de alguno de ellos. Acuerdo que en casa se hablaba de la compañía de vinos Ponzano-Borelli pero no sé los detalles.
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En cuanto a la industria vitivinícola de San Nicolás es muy cierto. Hasta hace unos 20 años había viñas y bodegas en San Nicolás. Creo que aún tengo en casa una o dos botellas de vino nicoleño que me regaló el doctor Carlos Acuña, amigo nuestro.
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Cholo
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Un poco de ego

Aquí me tienen los que ya me conocen podrán advertir mis nuevas arrugas. Los que no ver cómo soy, al menos el envase.
Soy GAL, Gabriela Alicia Lorenzo nacida el 10 de septiembre de 1968 en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos a las 12 hs de un medio día ventoso eso es lo que me contaron yo no lo recuerdo.
Crecí en "la casa del puente" como poéticamente la ha denomiada Cholo.
En el horóscopo occidental soy del signo de virgo y el horóscopo oriental del signo de "mono" con el cual me siento total y absolutamente identificada.
Mi principal ocupación, para ganarme la vida, es la de empleada doméstica. Mi ocupación en la vida social es ser activista por los derechos de las mujeres.
Soy principalmente una mujer que no se conforma con los planteos convencionales, por lo que me considero una buscadora incansable de verdades no dichas o silenciadas.
En la actualidad vivo, en feliz convivencia con una mujer extraordinaria llamada Andrea López Estibiarria, en la ciudad de Villa Constitución.
Para más datos, salutaciones o simples puteadas pueden llamar al telefono 03400-475874.
Saludos a todos y todas
Cumpleaños de Santi
Datos difusos de Borellis
Cholo, ¿nos contarías?
Mi madre me cuenta que Antonio Borelli tenía dos hermanas. Una fue Palmira, quien se casó con Raimundo Ponzano, asociado con parientes en una bodega. San Nicolás era zona viñatera a principios del siglo XX, antes del auge de Mendoza, que apagó prácticamente toda la producción vitivinícola del resto del país. Un amigo está probando volver a hacer vino en San Nicolás, ahora que el vino se ha vuelto un asunto tan fino. Antes era cosa de borrachos, ahora es de universitarios. La tilinguería no tiene fin.
La abuela Luisa pasó un tiempo en Rosario con esos tíos suyos.
Raimundo Ponzano y Palmira Borelli (después hubo otra Palmira Borelli, la hermana de la abuela Luisa) tuvieron al menos tres hijos, uno de los cuales se llamó Mario. Vivía de pintar cuadros. El cuadro de la abuela Luisa y el abuelo Emilio Lorenzo que estaba en el cuarto de Irma lo pintó él. ¿Alguien sabe dónde fue a parar ese cuadro?
Hebe fue hermana de Mario. Fue directora de escuela y tuvo dos hijas nacidas entre el 45 y el 50. Viven en Rosario.
Ahora acaban de nombrar directora de escuela a Alicia Lorenzo, hija de Horacio. También fue directora de escuela Totona Cándido, en Salta. En cambio, no recuerdo qué hombre Lorenzo fue director de algo. Yo estoy como director de Relaciones Institucionales de la empresa donde trabajo, pero es muy de prestado y en cualquier momento me dan el piante.
Luisito podría saber algo de las hijas de aquella Hebe cuyo apellido se nos escapa.
Finalmente, en Buenos Aires hubo otra hermana de Antonio Borelli.
Nuevamente, el que tiene data es Cholo.
jueves, 10 de mayo de 2007
Susana y prole
Migrantes
Vegetales Lorenzo

En el plato está la primera cosecha de esparragos de mi quinta. En la maseta están creciendo 4 platas de habas cuyas semilllas traje de Corujo, de la quinta de José Alonso Martinez, casado con Carmen Otero, hija de Dorinda Otero, hermana menor de Carmen Otero, mi abuela materna.El cultivo de habas es muy común el Galicia. Es comida de pobres. Hay un dicho: "En todas casas se cuecen habas".Gracias,
Cholo
domingo, 6 de mayo de 2007
El cadáver de Benigno
Estoy ahorrando para poder comprarme una impresora con la que pueda scanear fotos y así ponerlas aquí.
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A propósito, Gaby: ¿vos tenés scaner? Creo que había una caja de fotos en el departamento de Francia. Pueden tenerlo Patricia o Marcela o tu viejo. Si lo tuviera tu viejo, tendrías una tarea para hacer. Si no, avisame así les pido a las chicas.
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Para este relato, hecho por Celia, Gaby o yo pondríamos una foto de Benigno Lorenzo. Nació cerca del año 1926. Cuando tenía 19 años trabajaba acarreando vacas. Una vez habían llevado unas vacas a las islas y de regreso se quedó con otros dos chicos en la orilla del río. Se metieron a nadar y a jugar en el río, cerca de donde es hoy Villa Cavalli, en línea recta desde la actual casa de Celia y Anita al río. En una época —no sé si sería aquella o más tarde— hubo allí un frigorífico. Benigno, que llevaba el nombre de su único tío Lorenzo, se ahogó. No podían encontrar el cadáver. Mi mamá me cuenta que entonces ofreció su ayuda un hermano de Pesoba, el marido de tía Lucía Borelli, una de las hermanas mayores de la abuela Luisa —acaso la mayor. Bartolomé Pesoba, de sangre india, enorme y bueno, cordobés según Betty, correntino según mi mamá. El hermano había trabajado en la marina y dijo que conocía la zona. Dijo que había un túnel bajo el agua y opinaba que Benigno estaba ahí. Se metió, sin más oxígeno, traje de buzo y equipo subacuático que una soga que le ataron a la cintura. Se sumergió, buceó hasta el túnel, se metió y encontró, efectivamente, el cadáver.
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— ¿Lo sacó?
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— Sí, inmediatamente.
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— ¿Cómo hizo?
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— Lo tocó, nada más. Ellos saben cómo hacer. Se decía que cuando tocás a un ahogado, el ahogado te sigue hasta la superficie. Y así fue, atrás del hombre apareció Benigno.
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— Milo me contó que lo reconocieron por un pañuelo que llevaba al cuello.
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— No sabía eso. Yo recuerdo que mamá mandó a Milo y al Tito a comprar lienzo a la tienda de Santiago, que estaba frente al hospital.
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— Sí, y frente a la escuela donde hice la secundaria.
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— Sí. Yo tenía 5 años, pero me acuerdo como si fuera en este momento que mamá les pedía lienzo para envolver a Benigno.
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Madre Leonides Carrere y nuera Chela
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— Qué suerte que el Cholo cuenta algunas cosas. No queda nadie que recuerde. Habría que sentarse a charlar con Horacio. Cholo cuenta que a los muertos les sacaban los botones. Era así. Los botones y los zapatos.
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— ¿Para qué? ¿Para no despreciar?
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— No. Eran ritos de otra época…
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El tema nos lleva al mensaje “Patricia indomesticable” y sintetizamos hablando del funeral de Carlos.
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— En el velorio de Chela hicimos la cuenta con Beto, el hermano de Carlos, y sacamos que hace 40 años de la muerte de Carlos.
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— Sí, fue en el 66. Octubre del 66.
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— ¿Y cuánto tiempo estuvieron casados?
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— Menos de tres años.
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— ¡Menos de tres años! ¡Y 40 de viudez! No me parece que le hayan faltado ocasiones de volver a casarse…
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— ¡Tuvo tantos candidatos!
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— ¿Y entonces?
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— Me parece que fue la competencia con la vieja Carrere. Yo reuní a los Carrere (nota: Celia tenía en ese momento 26 años) y les dije que se había encontrado el cadáver. Ahí fueron unos gritos y una hecatombe, y entonces la vieja Carrere le dijo a Chela “¿Vos qué llorás tanto, si en dos años ya vas a andar con otro? Yo soy la madre, yo lo voy a querer toda mi vida”, a lo que Chela (28) contestó: “Yo le voy a demostrar que lo quería más que usted”.
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¿Qué estará pasando ahora, que Chela murió? ¿Habrá ganado, siendo que murió sin conocer a otro hombre? ¿O habrá ganado Leonides, porque tiene más tiempo para querer a Carlos?
Pedido a Cholo
¿Por qué se vinieron a la Argentina?
¿Cómo se vinieron?
¿Qué quedó allí?
¿Quiénes vinieron y quiénes se quedaron?
¿Aún tenemos parientes en España?
¿Por qué vinieron a San Nicolás?
Cholo, estas son sólo algunas de entre cinco o seis millones que tenemos.
Gracias por responderlas.
Un abrazo
sábado, 5 de mayo de 2007
Sobrenombres

No le creo a quienes se presentan como buenos. En cada Lorenzo hay una cuota de maldad, un tipo de maldad muy característica, que he visto en España, insidiosa, picante y gratuita. No me parece mal que exista, salvo que no debería ejercerse contra los chicos.
La ligan los chicos, pero el objeto preferido de esa maldad o malicia son los de afuera.
Cada uno de los parientes políticos, cada uno sin excepción, recibió un sobrenombre. Algunos son bestiales, como Mono Relojero o Matraca. Otros son más sutiles y corrosivos, y no me atrevo a ponerlos aquí para no alentar rupturas que no podrán arreglarse. Todos son de una perfidia sin límites.
Que los de afuera hayan sido el principal blanco no significa que fueran el único. También cayeron sobrenombres sobre los hijos de un Lorenzo y uno de afuera (especialmente cuando se parecía a su papá o mamá de afuera), y también sobre otros Lorenzo. La malicia no se detiene ante nada y es un vicio.
A mí me ha molestado mucho que me anduvieran diciendo San Martín y Merceditas. Me enfurecí, pero a la vez reconocí lo bien puesto que estaba ese sobrenombre.
La malicia Lorenzo es de alta calidad, lo prueba la precisión indiscutible de los sobrenombres y su formidable poder de síntesis. Hay que ser muy inteligente para lograr precisión absoluta y síntesis extrema.
Veamos el caso de San Martín y Merceditas: anda solo con la nena para todas partes. Le dieron el piante. Ahora lleva la nena para acá y para allá. En colectivo, sin auto. Sin ayuda. Era muy loco y orgulloso, exitoso e inteligente y ahí está, despachado por la fulana, que vaya a saber con quién anda, mientras él le hace de niñero.
Hay todo de verdad en ese sobrenombre. En esta foto estoy en el cementerio de la Chacarita el año pasado, el Día del Padre.
Con Merceditas.
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sábado, 28 de abril de 2007
Indomesticable Patricia
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En algún momento protesté porque este “¡póobre!” se aplica a quienes padecen un sufrimiento que les cayó de arriba, tanto como a quienes pagan el precio de una decisión. No es el mismo “¡póobre!” Héctor, a quien le tocaron unos padres trituradores, que “¡póobre!” Gustavo que está solo, porque la soledad es parte de la vida que eligió. No es “¡póobre!” Marisa por trabajar mucho, si es que trabaja “tanto” porque decide hacerlo.
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Escucho más “¡póobre!” en estos tiempos en que los lazos entre los Lorenzo se debilitan. Creo que se busca con el “¡póobre!” mantener las relaciones. El pobre carece, lo que es una oportunidad de darle y así se establece un intercambio y una dependencia.
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Chela fue “¡póobre!” desde que se ahogó Carlos Carrere, su marido. Mucho más víctimas fueron sus hijas. Pero Chela se puso el cartel “¡póobre!” y Patricia no. Jamás dio pena, jamás se quejó, jamás lloró miseria. De chico, me impresionó esta escena: varios meses después de la muerte de Carlos, entró Luisito en la casa donde vivíamos, con unos anteojos oscuros parecidos a los que usaba Carlos. Patricia lo vio, lo miró unos segundos y le dijo “papi”. Patricia tenía dos años. Se me pueden acongojar las tripas de la pena pensando en ese momento, pero lo que no me causa es lástima, porque toda la vida Patricia se tomó lo peor que le tiró el puto Dios con una entereza, hasta con un desaire, muy valerosa. Es una diferencia radical que ha tenido con su entorno. Chela decía de ella “es Carrere”, no para enaltecerla, sino para hostigarla, y Patricia respondía con rebeldía y una impertinencia que era su única defensa. Qué me importa, decía. Yo intuía que Patricia estaba enseñándome algo. Pensaba “qué bueno que es ser Carrere”. El hermano de Carlos, Beto, era un gordo macizo y bestial; fabricaba chorizos y tenía un jeep todo de hierro macizo, terriblemente frío e incómodo. La abuela Leonides tenía atada una mona, y una tortuga gigantesca en un tanque de combustible lleno de agua. Las hermanas gritaban unas carcajadas que se alejaban metiéndose en toda la casa, en una de cuyas habitaciones había una tatarabuela que tenía como 170 años. Yo me figuraba que eran gente que descendía directamente de unos franceses prehistóricos, capaces de cualquier cosa, unos temerarios sin medida y sin ley.
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¿Qué era verdad de todo eso? Cuando me enteré de que no eran franceses sino italianos, temí que el cuadro que me había hecho fuera una pura fantasía, pero con el tiempo aprendí que hay fantasías que dicen mejor la verdad que las descripciones más exactas de los científicos. La verdad en este caso es que Patricia eligió no ser una “¡póobre!”
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Bravo por ella.
jueves, 19 de abril de 2007
Mensaje de Cholo Borelli a todos
Los viejos hechizos del Puente Nuevo se han convertido en nuevos hechizos con la palabra mágica de Gustavo Ng. Los encantos electrónicos de Gustavo me traen recuerdos de más de 70 años, cuando el abuelo Benigno murió, en la Casa del Puente. De mortaja le pusieron su traje de fiestas, sin botones.
Después de algunos años la Casa del Puente fue la casa de Tío Emilio, Tía Luisa y la cría…El mayor lujo era la bomba de agua: no había que sacar agua del pozo. El menor lujo eran las inundaciones periódicas…
Mi madre siempre admiró la habilidad y dedicación de Tía Luisa para criar a tantos hijos, “siempre bien alimentados, limpitos” y bien educados, a pesar de los pocos recursos en la casa. También comentaba mi madre que la Tía Luisa nunca dejaba que nadie se llevara un hijo por un tiempo para aliviarle el trabajo. Tía Luisa fue siempre delgada, con perfiles agudos, voz clara y suave. De carácter bien definido y calladita.
Y antes de todo aquello, mi madre me dio a luz, ahí mismo, en la Casa del Puente, un 25 de enero de 1930.
Sí que bien recuerdo de la Casa del Puente, los tíos y primos. No solo eso sino que siempre me pareció mía y a mi manera, hasta que apareció Gustavo Ng. Con su palabra mágica, efervescente, este muchacho está descubriendo lo que había estado callado en la Casa del Puente y la familia…Estoy seguro que si Tía Luisa lo escuchara ella haría una sonrisita de aprobación, a escondidas.
Gustavo: con tu página en la computadora pasás a ser una Tía Luisa contemporánea: mantenés unida a la familia. Buena idea, felicitaciones.
El Cholo Borelli Lorenzo Orduna Alastueí Perez Gonzalez
Abril 19, 2007
Cuentito de Arroyo del Medio
En un lugar había un sauce fantasma. Era un árbol gigantesco, de un tamaño anormal, y era completamente blanco. De día, no podía ser encontrado, pese a que mi madre y sus hermanos conocían cada rincón del campo. No se hallaba el sauce ni el lugar donde estaba, cerca de un cañaveral donde se sentía la frescura del agua del arroyo. Pero de noche se distinguía de lejos. En la oscuridad emanaba el sauce como una luz. Los hermanos observaron que una muchedumbre de insectos andaban por su tronco, sus ramas y sus hojas. Eran insectos extraños, de tamaño igualmente descomunal.
Mi tío Coco, que era el más audaz de los hermanos, se quedó una noche junto al sauce para ver qué pasaba cuando se hacía de día. También fue el único que se animó a trepar al árbol. Por esas cosas sus hermanos lo admiraban y amaban. Era valiente y noble, y el más leal de toda aquella familia. Yo no llegué a conocerlo, porque cuando cumplí un mes de vida se suicidó. Me hubiera gustado mucho poder preguntarle qué pasó cuando se hizo de día y cómo era estar arriba de aquel sauce.
La foto de Arroyo del Medio es de Gaby.
Chichi Borelli e Irma Lorenzo en 1974
De la misma serie.
Irma debía tener aquí 43 años. Uno menos que yo ahora.
Y la abuela, omití calcular antes, debería tener 72.
Chichi Borelli es la hija de Carmen Lorenzo y Antonio Borelli. Como dije antes, el componente genético de ella es el mismo de Irma debido a que son hijas de hermanos cruzados (sólo hay dos apellidos en danza), de modo que genéticamente, tanto Chichi como Cholo, son tíos nuestros, y sus hijos, tan primos como lo son, digamos, Héctor y María Eugenia, o Carmencita y Cachito, o Gabriel y yo. ¿Conocen a algunos de esos primos?
Hermanas Lorenzo y cuñada Borelli
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Edgardo tendría 42 años. Dos menos que yo ahora.
Isabel tendría 14 ó 15.
Yo tendría 11.
Gaby tendría 5 ó 6.
Fer tendría 3 ó 4 años.
Lorena recién había nacido o aún no.
Ann y Vir, no sé. Cuenten.
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¿Alguien más lee esto?
Cumpleaños de Luisito
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¿Alguien puede publicar una foto de él?
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Cuando era chico, nadie me hacía tan feliz como Luisito. Me consta que lo mismo le ocurrió a muchos primos. También veía que sus hermanos y nuestra abuela lo celebraban. Nadie se hacía querer tanto.
En la época en que el viaje de San Nicolás a Rosario, por la sinuosa ruta 9 que pasaba por cada pueblito, era de dos horas y media, Luisito me llevaba a la casa que compartía con Irma y la abuela, cerca del boulevard 27 de febrero. Yo no tenía más de tres años; quizás ya era el talón de perro que más tarde fui, pero tal vez quien me hizo viajero fue Luisito, porque yo iba para ser feliz con él.
En Rosario Luisito me llevó al circo, al gusano del Parque Independencia, al zoológico y a ver Titanes en el Ring. Desde que mi hija tiene dos años, está los fines de semana conmigo: nunca he cejado en el intento por hacerla feliz llevándola a todas partes, como hizo Luisito conmigo. Tuve de chiquito la bendición de Luisito, la que me compensó la ausencia de padre.
Ya adulto, la calidad paterna de Luis me asombró y maravilló, a lo que desperté con un recuerdo contado por Fer: cuando tenía 11 años, Luisito le dio el motor de un Renault 12 para que lo armara y desarmara. Fer es un genio de la mecánica (este es un dato serio), y no dudo que aquel momento fue fundacional.
La abuela adoraba a Luisito desmedidamente. En uno de aquellos viajes a Rosario, apareció Milo. La abuela decía llena de orgullo que eran dos hombres enormes, le llamaba la atención que los más altos entre sus hijos fueran el primero y el último, y los hizo medirse. Todavía los veo, espalda con espalda y en pata, y la abuela tan feliz, en la cocina de aquel departamento, donde yo también era feliz cuando nos íbamos a dormir y charlaba con Luisito (¡vaya a saber qué charlaríamos tanto!). El me proponía jugar a “el que cierra los ojos primero gana” y yo le daba la alternativa “no, el que los cierra primero pierde”. No quería dejar de estar con Luisito.
domingo, 15 de abril de 2007
3 generaciones en el cumple de 15 de Virginia Cabral
viernes, 13 de abril de 2007
Famila extendida y mucho
Gabriel de (camisa negra)Fernando hermano de Gabriel, cuñado de Ann (es el de remera rayada)
Carina mujer de Gabriel, hija de la "negra" Pavoni (detrás de Fernando)
Omar (el barbudo) hermano de Gabriel y de Fernando
y yo.
Bueno Gus no sos el único con extensiones familiares, tu tío Ricardo ha sido muy avanzado en esos asuntos.
Por el año 1981 tuvo un hijo extramatrimonial con una íntima amiga de la casa. Ella, mujer casada con tres hijos (Claudio, Fernando y Omar) tuvo un desliz emocional con mi padre el resultado tiene nombre y apellido Gabriel Torresi, (apellido del marido de la madre). Mi padre estuvo muy feliz, aproximadamente cinco meses, Luego pasó a formar parte de sus olvidos, descuidos y malestares.Mas allá de los terribles conflictos de mi papá él no dejó de ser nuestro hermanito adorado, cuidado y silenciado. Nosotras sabíamos que era nuestro hermano pero sus hermanos no. Así vivimos todos compartiendo un hermano y una infancia llena de juegos, en el campo, con los hijos de la amante de mi padre.
Gabriel vive en concubinato con la hija del tercer matrimonio de la “negra” ex mujer del negro Arostegui y madre de Palú. Carina, hermana de Palú, y Gabriel tienen un niño hermoso, muy parecido a Gabriel, llamado Agustín que se suma a la lista de mis sobrinos y habitan las tierras de Arroyo del medio en el antiguo rancho de “los negros”. Para mi padre su hijo no reconocido y despreciado, por ser hijo de una puta, es parte de “esa gente” ¿Paradójico no?
Para sumar confusión a los lectores agregaré un dato, de extensión familiar, interesante. Un hermano de Gabriel, Fernando, se casó con una hermana de Ann, Daniela. Daniela era muy amiga de mi hermana Maria Eugenia, en épocas en que yo ni soñaba que Ann existiera.
Daniela separada y madre de gemelos se conoció con Fernando y se dedicaron a convivir y tener tres hijos más Naty, Ramiro y Celeste que hoy son mis sobrinos y los de Ann y los de mi hermano Gabriel.
Hermanitos perdidos
En esta foto tenía 10 años hoy tiene 25.
Nació el 4 de marzo de 1982.
miércoles, 11 de abril de 2007
Extramaritales + Premaritales

¿Qué otros hijos premaritales tenemos entre los Lorenzo?
¿Y qué hijos extramaritales?
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